No hay herencia más linda que las risas producidas que hacen eco por años... No hay amor más fuerte que el de un tipo capaz de trascender en el tiempo por anécdotas divertidas. Pero debo reconocer que el día que te fuiste, supe que nadie más iba a hacerme reír TANTO a carcajadas... el último gran caudillo de fé.
Donde quiera que estés, que estoy segura que es así... Feliz vida, Ucha.
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