Jamás me sentí tan linda como cuando vos me lo decías, y enojado por las
reiteradas veces que te lo refutaba me mandabas un audio que SIEMPRE
terminaba en un Te amo.
Jamás fuí tan fuerte como cuando me decías que somos gemelos, y la fuerza la hacemos los dos.
Nunca estuve tan segura como cuando me prometíste que nos
acompañabamos...; ni fuí en otra oportunidad tan inteligente como cuando
hablabamos de a dos.
Dos almas libres en un mundo de prisión,
siempre contra la corriente siguiendo una revolución de amor;
ilusionados por un futuro que solo creamos con vos, y que hace días sola
no sé resolver; llena de preguntas de todo lo que pasó y de esas otras
que solías responderme vos. Decidí abstenerme de seguir haciendomelas
porque me lastiman y sería egoísta con vos, aprendí que la diferencia
está en que te adelantaste en el camino y que estés donde estés, te voy a
volver a ver. Que van a pasar los años, y te voy a seguir extrañando...
lo único que siempre nos queda a los seres humanos es esa puta
posibilidad de poder acostumbrarnos; de no llorar apegados a las fotos
ni los audios, de hacerlo al menos de vez en cuando.
Sería muy
injusto de mi parte afirmar que no me quedó nada, porque todo el amor
que me diste se quedó conmigo, porque todas esas risas que robaste a
carcajadas siguen siendo el motor de los mejores recuerdos y los
consejos, guardados dentro de un corazón que por suerte (y
fundamentalmente las razones que vos entendías) no se cansa de luchar.
Por el amor de los pasteles, Te amo mi gemelo fabuloso!
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