Esta mañana una mujer de 82 años se acercó al consultorio con su nieto de 15 años discapacitado y con lágrimas en los ojos me contó que murió su hijo después de 3 meses de pelea contra la leucemia y la plata no le alcanzaba.
Se me hizo un nudo en la garganta y me acordé de la huevada por la que lloré -legal, aceptable porque a mi me dolió, pero una huevada al fin-. Me acordé de ese "ya se me va a pasar... mientras hago mis cosas" que respondí cuando me dijeron que quería que esté bien.
De corazón... perdón por todas esas veces que dude en seguir mientras a alguien que tenía todas las ganas le arrebataron la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario