Terminé de ver el programa empapada de lágrimas, con la sensación de querer abrazar a Florencia y decirle a Canosa -una vez más- que estoy orgullosa de ella; y una pregunta que me quedo dando vueltas en la cabeza: ¿De qué carajo nos quejamos, cuando nos quejamos?...
Tenemos complicaciones todos los días: el tránsito, se nos va el colectivo, nos salió algún granito justo el día más importante, llueve, nuestro jefe está de buen humor, o de tanto dar vueltas se nos enfrió el café... Que estupidez! Si estamos vivos; si corremos con la suerte de perder otro colectivo, visitar nuevamente al dematólogo, llegar tarde a cualquier lugar, mojarnos, que nos liguemos un reto en el trabajo, o calentar nuevamente el café, justamente por eso... porque estamos vivos.
Florencia tiene 24 años, y hace dos años tuvo un accidente que le cambió la vida; murieron dos de sus amigas en él y ella se salvó de milagro. Con ayuda de su familia y amigos, afrontó como una mujer valiente la vida, salió adelante y hoy es un ejemplo.
Cuando la vida nos sacude tan fuerte, cuando nos asigna la tarea de recordar a quienes amamos con amor porque ya no vamos a poder verlos más; cuando las ausencias se nos encarnan bien en lo profundo del alma... caemos en la cuenta que las cosas de las que nos quejamos no valen la pena, por las que lloramos muchas veces no tienen sentido porque ya nada puede ser tan grave...
Porque seguimos vivos.
Y a Viviana Canosa... -otra vez- que orgullo que me das!
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